Por Mario
Derch* 17-5-2016- "Vamos por el buen camino", repite como una letanía
el presidente Mauricio Macri, aunque, como en aquel “estamos mal pero vamos
bien" pergeñado en sus tiempos por Carlos Menem, conceda que algunas de sus
medidas resultan "dolorosas" para los sectores populares. Ni esa
formulación es lo único en lo que las políticas macristas hacen recordar a los
años '90 ni los problemas son puramente coyunturales, momentáneos, como lo
pretende la explicación presidencial. Pese a que no contó con el apoyo de casi
la mitad del electorado, Macri y su
"equipo" llegaron al Gobierno con la intención de imponer una nueva
etapa de restauración conservadora, con herrumbradas y desprestigiadas
herramientas neoliberales. Desde el primer día, tal como lo hicieran antes la
dictadura militar y el menemismo, la intención de las políticas macristas es la
de "dar vuelta como una media" el país que encontraron, relativamente equitativo -social, económica y culturalmente-, con una
organización de la producción que priorizaba el mercado interno, con una red de
pymes industriales bastante reconstruida, aunque insuficiente, y con una visión
estratégica de integración regional soberana.
El panorama exige
un esfuerzo conceptual y operativo de gran magnitud y generosidad para
despojarse de intereses puramente particulares si los sectores nacionales y
populares quieren enfrentar y neutralizar esa restauración dentro del marco de
la ley y la dinámica de la democracia, pero también con el legítimo ejercicio
de la resistencia, la protesta y la creatividad del pueblo. Trabajadores
ocupados y desocupados, pequeños y medianos empresarios, científicos, técnicos,
intelectuales, artistas, organizaciones sociales y culturales, deberíamos
ocuparnos en la tarea estratégica de defender, en convergencia de organización,
concepción y acción, los tres planos de nuestra realidad, íntimamente
relacionados entre sí, que más inmediatamente sufren las políticas en marcha:
el mercado interno, el empleo y el valor del salario.
Como estos 5 meses
de gestión de Macri han sido efectivamente intensos, no está de más recordar
que, apenas asumido el 10 de diciembre pasado, el Presidente dispuso varias
medidas que implicaron gigantescas transferencias regresivas y concentradoras
de poder y riqueza. Por un lado, una devaluación de cerca del 50 por ciento del peso frente al dólar, por el otro,
la eliminación y reducción de derechos de exportación, en principio para los
agronegocios y luego también a favor de las grandes multinacionales mineras.
Complementadas, esas dos medidas supusieron una transferencia de más de 130 mil
millones de pesos a los sectores exportadores, desde siempre convertidos en
núcleo del poder económico más concentrado del país.
Otra gigantesca transferencia de recursos promovida rápidamente por el
macrismo, de efectos futuros seguramente nefastos dados los antecedentes
históricos, fue el tipo de acuerdo con los fondos buitres mediante el cual el
país consumó la operación de endeudamiento más grande de los últimos tiempos en
el Mundo:15 mil millones de dólares. El país ingresó así en un nuevo ciclo de
endeudamiento cuando todavía está muy fresco en la memoria el recuerdo de la
crisis casi terminal a la que llevó al país en 2001 el anterior ciclo de
endeudamiento. Algunos primeros indicios de estos cinco meses proponen,
dolorosamente, el ingreso en una dinámica parecida con la llegada de nutridos
fondos especulativos atraídos por las altísimas tasas ofrecidas por el Banco
Central a la timba financiera, capitales que se retirarán del país rápidamente
una vez consumada su multiplicación. Hay que recordar que ya la mera apertura
del tránsito de divisas provocó una fuga de más de 3 mil millones de dolares en
el primer trimestre de 2016.
Mientras el
Presidente y sus ministros y operadores, además, ofrecen enormes facilidades al
ingreso, instalación y también salida de inversiones de grandes grupos
multinacionales, los efectos de sus políticas empezaron a golpear duro sobre el
entramado de las pequeñas y medianas empresas dedicadas fundamentalmente a
satisfacer la demanda del mercado
interno, y en especial a las que desarrollaron en los últimos 12 años un
proceso contradictorio, con idas y vueltas, pero cierto de reconstitución de
una red de producción industrial en la Argentina, tras la inclemencia de las
políticas destructivas que las afectaron entre 1976 y 2003.
Algunos dirigentes
gremiales sectoriales (Raúl Zylberzstein, de FECIBA) hablan en estos días del
ingreso en el umbral de la desaparición del 10 por ciento de las pymes del
país, fundamentalmente por el efecto combinado de las medidas de devaluación
-lo que elevó a niveles inabordables los insumos y bienes de capital que se
necesitan importar para la producción-, los brutales aumentos en las tarifas de
energía eléctrica y gas, el enfriamiento de la economía y la caída pronunciada
del consumo por la pérdida de valor real del salario y el aumento de la
desocupación.
Por cierto, las
políticas oficiales también golpean con mucha fuerza sobre las espaldas de los
trabajadores, los formales y los informales.
Como una insinuación de reiteración de otros de los paradigmas de los
'90, esas políticas vienen produciendo un número de despidos todavía difícil de
precisar tanto en el ámbito público -con un marcado criterio revanchista y
persecutorio- como en el privado, trabajadores que irán a engrosar un nuevo
"ejército de reserva" con el que los grupos concentrados del poder
económico extorsionan a los ocupados para forzarlos a aceptar caída real de sus
salarios y condiciones laborales a la baja. Con total desaprensión, Macri y sus
ministros sostienen que, contra los que hablan de pérdidas de puestos de trabajo
en los últimos meses se crearon más de 60 mil puestos de trabajo en la
actividad privada. Un estudio del Instituto de Pensamiento y Políticas
Públicas, ligado a la CTA Autónoma, realizado por Claudio Lozano y Tomás Raffo,
demuestra que entre marzo de 2015 y marzo de 2016 hubo un incremento de 67 mil
puestos de trabajo o de 26 mil, según los datos que se utilicen del Ministerio
de Trabajo y del Servicio Integrado de Previsión Argentino. Pero, comparando el
total de trabajadores registrados en noviembre de 2015 -6.584.910- y los
registrados en marzo de 2016 -6.562.875-, durante los meses de gestión de Macri
hubo una reducción de 22.035 ocupados en el ámbito privado. Se supone que, en
el mundo del empleo informal, la pérdida de puestos de trabajo fue todavía
mayor. El mismo trabajo recuerda también que, durante la anterior vigencia de
la doble indemnización para el despido, entre 2002 y 2007, se generaron 3
millones de puestos de trabajo. Por supuesto porque se generaron condiciones
para el crecimiento de la actividad económica. Pero, en todo caso, el problema
para la mantención y generación de empleo no reside en esa ley, pese a lo que
dicen los voceros macristas.
Algo parecido al
falseamiento de los datos sobre la cantidad y momento del aumento del empleo registrado sucede con la
valoración de la dinámica de crecimiento o retracción de la economía. El propio
Jorge Todesca, titular del INDEC designado por Macri, acepta que en 2015,
último año de la gestión de Cristina Kirchner, no hubo estancamiento económico
-la "terribla herencia" de la que hablan los hombres del equipo
económico del nuevo Gobierno-, sino un crecimiento del PBI del 2,1 por ciento,
en un período de recesión mundial y especialmente en la región. En cambio, todas las predicciones hablan de
una caída de la economía no menor al 1 por ciento para el final del primer año
de la presidencia de Macri.
El panorama está
claro. Nos debemos la generación de un ámbito de discusión abierta y fraterna
para defender nuestros lugares y herramientas de desarrollo y crecimiento. Para
nosotros, los pequeños y medianos empresarios industriales, nuestro hábitat es,
fundamentalmente, la producción para el mercado interno, con generación
permanente de puestos de trabajo con remuneración justa que permita a nuestros
asalariados ser, también nuestros permanentes consumidores. Ese es un
territorio de necesidades e intereses comunes, junto con el del rechazo activo
de las políticas que quieren empujarnos a la desaparición y la marginalidad
para concentrar la producción y la distribución en pocas manos.
* Presidente de la Confederación General de la
Industria R.A.